Inditex cose un código QR a las prendas de Zara para salir de la lista sucia laboral.

Lanza un proyecto piloto para que las prendas incluyan una etiqueta desde la que el cliente puede acceder a toda la cadena de producción y borrar las sospechas de que subcontrata a talleres esclavos.

Si hay dos cosas que preocupan sobremanera a Pablo Isla, presidente de Inditex, una es el constipado de la economía china, uno de los mercados con más potencial de crecimiento para la empresa española. La otra son las denuncias sobre el uso de mano de obra en condiciones inhumanas, acusaciones que la compañía niega en redondo y sobre las que lleva años trabajando. Para ello, el grupo ha lanzado un proyecto piloto para instalar en sus etiquetas un código QR por el que el cliente puede comprobar al momento quién, cómo y dónde se ha fabricado la prenda que está a punto de adquirir.

El código de respuesta rápida o quick response permitirá al comprador conocer todos los detalles de la cadena de suministro de la ropa, desde el origen de las materias primas hasta la confección y su llegada al punto de venta. Un QR que incluirá la última auditoria del fabricante sobre el cumplimiento del Código de Conducta de Inditex, normas esenciales para poder ser suministrador del grupo controlado por Amancio Ortega.

El proyecto se va a poner en práctica en las próximas semanas en Brasil, un país que trae de cabeza a Inditex, ya que allí ha sido acusado de permitir prácticas laborales “análogas a la esclavitud”. De hecho, el Gobierno de Dilma Rousseff tiene a la empresa española bajo vigilancia al incluirla en lo que se conoce como ‘Dirty list’ o Lista sucia, que engloba a multinacionales que no respetan los derechos elementales de los trabajadores, según las autoridades locales.

Una acusación negada categóricamente por Inditex, que ha tomado cartas en el asunto al más alto nivel. Hasta el punto de que ha demandado al Ejecutivo brasileño ante la Corte Suprema al considerar que la citada lista es inconstitucional y que impide la defensa de su honor. El proceso judicial se prolonga ya más de dos años, ya que la dueña de Zara ha recurrido las sentencias que le han sido contrarias a sus intereses.

Fabricado no Brasil es el nombre de este proyecto piloto que cuenta con acceso directo a un correo electrónico desde donde el cliente puede enviar preguntas o cualquier cuestión sobre la fabricación de la prenda, dudas que serán atendidas por el departamento de Responsabilidad Social Corporativa del país latinoamericano. De esta manera, Inditex garantiza que todas las prendas que comercializa han sido fabricadas en condiciones adecuadas, respetando la legislación laboral de Brasil y los principios establecidos por el código interno de conducta.

A finales de este año, esta etiqueta tecnológica estará implantada en todos los artículos confeccionados en Brasil, medida con la que Inditex quiere convencer a las autoridades gubernamentales y a los grupos sociales de presión de que cumple con las normas más estrictas. Un paso más para salir de la ‘Dirty List’ que tanto preocupa a Isla, cuya compañía ha sido señalada por subcontratar la fabricación de los productos de Zara, Massimo Dutti o Berskha a talleres que explotan a los trabajadores.

Fuentes próximas al grupo tienen en la cabeza extender esta práctica al resto de prendas que fabrica en países subdesarrollados y que después se venden en tiendas del primer mundo. Una forma de dar ejemplo y de demostrar que Inditex tiene todo el control de la cadena de suministro, desde el origen de las materias primas hasta que el producto llega a las tiendas. Un objetivo que se ha convertido en una de las prioridades del grupo después del incendio del edificio Rana Plaza, de Dacca (Bangladesh), en el que murieron 1.127 personas que cosían prendas para multinacionales europeas y americanas., la mayor tragedia de la industria textil.

Últimas acusaciones

Inditex se enfrenta a una multa de hasta 25 millones de reales brasileños (unos 7,3 millones de euros) por el incumplimiento de un acuerdo que firmó con el Ministerio de Trabajo de Brasil en 2011 por el que se comprometía a mejorar las condiciones laborales en sus subcontratas, tras el estallido de un escándalo de esclavitud laboral en ese país.
Según la ONG Reporter Brasil, la empresa «incumplió reiteradamente» las obligaciones del acuerdo suscrito con las autoridades locales tras ese escándalo. «No detectó ni corrigió los graves problemas que seguían produciéndose en su red, como el trabajo infantil y las jornadas excesivas». La inspección de trabajo brasileña ha detectado que, desde julio de 2012, más de 7.000 trabajadores de esas subcontratas se han visto perjudicados por algún tipo de irregularidad laboral que la empresa se había comprometido a eliminar. Inditex lo niega todo y ahora quiere extremar la transparencia para ahuyentar cualquier tipo de duda.

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